Tanto en castellano como en catalán, las trabajadoras pueden haber sido presionadas en sus centros de trabajo por patrones o clientes para el uso de una u otra lengua en situaciones donde no es necesario. En los últimos tiempos se han viralizado incidentes relativos al intento de obligar al trabajador al uso de la lengua que el cliente quiera, o incluso la búsqueda de la implantación de la violencia sancionadora y legal, intentando hacerlo digerir ampliando ilegitimamente el supuesto "derecho del consumidor". Normalmente los incidentes son con aquellas ubicadas en puestos de menor valoración social y condiciones precarias sobre los que clasistas o nacionalistas se creen con derecho a ejercer mayor presión con arrogancia.

Esta situación se da entre castellano y catalán y no otras lenguas extranjeras ni con turistas en los que no es de esperar que aprendan una lengua para un viaje de vacaciones y no siendo residentes y por tanto se usa lo más próximo a una lengua franca, el inglés, o aquellas de mayor presencia habitual en la zona, siempre con el objetivo de cubrir la necesidad de comunicación. Actualmente tanto el castellano como el catalán siendo las lenguas predominantes en nuestra sociedad están establecidas ambas como de entendimiento necesario para interrelacionarse garantizando el derecho del consumidor a la comunicación efectiva, ya sea usando una lengua, otra, o las dos simultáneamente: una por cada interlocutor. Lo cual posibilita que una conversación respete la no prohibición del uso de su propia lengua al trabajador, la deseable situación de máxima libertad lingüistica para todos.

Una vez comprobada lo innecesaria de la imposición de una lengua como consumidor en este último caso, cabe determinar que forzar a hablar una lengua a la panadera, el camarero, la cajera, etc, y aquellas trabajadoras que desempeñan atención al público supone establecer una relación de dominio y de poder de clientes sobre trabajadoras que va más allá todavía del poder dictatorial que ya ejerce el empresario sobre la trabajadora. La relación privada entre clientes y trabajadoras debe ser una relación de igual a igual ya que se intercambia productos o servicios y ambas partes tienen un interés que satisfacer, no se trata de una no deseada subordinación del trabajador si quiere obtener algo, ya que también proporciona algo. Lo contrario sería incrementar la preponderancia de la moneda sobre la trabajadora y desequilibrar más aún las relaciones sociales, en la línea del dominio del capital financiero y los propietarios sobre la fuerza de trabajo del mundo actual. Si defendemos una sociedad donde todos somos iguales defenderemos la libertad de uso de lengua del trabajador lo que pasa por ponerlo en pie de igualdad y desterrar la mentalidad de servidumbre.

Obligar a una trabajadora de cara al público se trata también de la manifestación de un nacionalismo virulento, un intento de imponerse bajo la apariencia de derecho, el tu haces lo que diga porque yo lo digo, de manera similar a como un empresario pide pleitesia, obediencia y mansedumbre. La única respuesta contundente ante estas situaciones es la negativa, no es lo mismo ser inclusivo por ejemplo para que minusválidos tengan acceso a un servicio manteniendo el acceso de todos, que ser prohibitivo en el uso de una lengua, cuando la inclusividad consiste en que cada uno pueda usar la suya si ambos son entendidos. El trabajo ocupa 8 horas, la mitad del periodo diurno de nuestra vida, sería una coerción directa sobre esta si durante la mitad del día nos pudieran obligar a discreción y retrotrae a otros tiempos tenebrosos, donde ya solo quedaría entrar a las casas o controlar las calles, lugares donde todavía no hay leyes que se puedan deformar fácilmente en este sentido.
Esta no aceptación de una sociedad bilingue por parte del nacionalismo, para fundamentarla a veces se describe como "vivir plenamente en mi lengua" entendido como relacionarte sin interactuar con otra lengua con elevado uso social, mayoritaria o no. Ello implica que todo a tu alrededor debe cambiar para adaptarse a ti, y la desaparición de la otra lengua, la alteridad, para no enturbiar tu mundo ideal. En lugar de aceptar unas relaciones dinámicas y diversas donde aquellos que te rodean ejercen su libertad y esta es compatible con el ejercicio de la propia, se opta por el aislamiento y la sumisión del otro, si es necesario mediante la coacción.
En Estados Unidos en la IWW se llegó a editar los diarios en 19 lenguas, el anarcosindicalismo no debe cerrar ni restringir, y ello pasa por no aceptar la imposición de las voluntades nacionalistas, si no garantizar la libertad del trabajador y defender sus derechos lingüisticos y el uso libre de su lengua en la medida de lo posible.

Para finalizar, señalar que actualmente la interpretación merced a la jurisprudencia del Código del Consumidor de Catalunya de 2010 que intentó imponer la obligación de responder en la lengua que ordene el cliente, no se aplica pese a la presión del nacionalismo. Por tanto los trabajadores privados deben prestar el servicio sea cual sea la que use el cliente, pero tienen libre uso de su lengua independientemente de la que use el cliente, este sería el sentido de la expresión "atender en catalán".
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